El mundo a veces se torna gris, oscuro, impenetrable, capaz de sumergir los mas preciados tesoros hasta el fondo, sin color, ni sabor, y tanto el cielo como los arco iris solo tienen dos colores, blanco y negro.
En absoluto silencio, en una calma pausada que solo los años pueden darte, la experiencia de haber estado donde muchos otros nunca han soñado, un lugar lúgubre y agrio, al cual van de vez en cuando los fantasmas, donde brotan las lagrimas sin ninguna razón, porque ya tienen todos los motivos para estar y para ser.
Con el color negro, me identifico, me compenetro al máximo, un color fuerte, sabio, que se mantiene a pesar de los años, que siempre esta, y que permanece, que protege y además intriga, no hay una sola persona que yo conozca que le guste el negro y no sepa lo que es tristeza, comprende el dolor porque lo ha vivido, lo a sentido, y superado algunas veces.
Para poder saborear lo dulce y deleitarse, hay que saber a que sabe lo amargo primero, en eso radica la diferencia, me gusta el mar porque es misterioso y profundo, grande, tan inmenso que me puedo perder en el sin temor, me libera aunque sea momentáneamente de mi propio mundo que a veces se llena de caos y tempestades.
Tan solo soy, y sigo siendo… en blanco y negro.